Escuela de rebeldes: cómo un grupo de espíritus libres revolucionó las ideas de raza, sexo y género by Charles King

Escuela de rebeldes: cómo un grupo de espíritus libres revolucionó las ideas de raza, sexo y género by Charles King

autor:Charles King [King, Charles]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2023-02-02T00:00:00+00:00


Fue su antigua ayudante, «Zora Hurston», le contaba Herskovits a un colega en una carta, quien le había hecho pensar en estas cosas. Sus rasgos lingüísticos, su manera de caminar y su forma de cantar eran magníficos ejemplos de cómo una mujer «típicamente negra» podía encarnar ciertos comportamientos concretos que reproducían las versiones originales transoceánicas[600]. Si uno se fijaba en África, en otras palabras, podía no solo detectar la tenacidad de cosas como la religión o la música —cómo resistían el cambio incluso ante enormes turbulencias sociales y económicas—, pero también hallar la fuente originaria de las conductas que hacían que los negros norteamericanos fueran tan raros o problemáticos en el momento presente.

La mayoría de los pensadores progresistas habría estado de acuerdo. El «problema de los negros» era una cuestión cultural, es decir, podía cambiarse, y no biológica, cosa que presumiblemente era inmutable. La idea más radical —que los afroamericanos habían creado unas culturas folclóricas coherentes que valía la pena estudiar por sí mismas y no meramente por ser un eco del pasado silenciado— era mucho más difícil de imaginar. En el ámbito de las ciencias humanas, dominado por los blancos, los antropólogos más abiertos de mente abordaban las conductas y creencias de los nativos de Samoa y de las islas del Almirantazgo como enigmas que había que comprender, no como enfermedades sociales que hacía falta curar. Hacer eso mismo en el sur de Estados Unidos, o incluso en Harlem, era algo casi impensable.

Hurston regresó a Nueva York con «el corazón debajo de las rodillas y las rodillas en algún valle solitario», según recordaría más adelante[601]. Hizo un gran esfuerzo por encontrar un sentido a todo el material que había recogido y por convertirlo en algo mejor que un azaroso conjunto de anécdotas. Recopilar materiales era básicamente como la taquigrafía, pensaba. La antropología debía ser algo más.

Le preocupaba decepcionar a Boas y a su benefactora. Él quería que sistematizara de algún modo su investigación para que esta mostrase una teoría amplia sobre cómo se transmitían las historias de un lugar a otro o cómo los símbolos del folclore se iban modificando con el paso del tiempo, desde África hasta las Américas. Mason le pedía que le llevara muestras de un arte primitivo y sin adulterar que pensaba emplear vagamente en su propio trabajo como folclorista aficionada.

Hurston continuó manteniendo la correspondencia con Boas, poniéndole al día de manera periódica sobre las notas que tomaba y su escritura académica. Su relación con Mason se fue agriando poco a poco. El desplome del mercado de valores hizo que esta se volviera menos generosa con su patrocinio, que fue menguando hasta quedarse en nada. Hurston, una vez más, tuvo que buscar apoyos: presentó una solicitud para una beca Guggenheim (que fue rechazada), propuso montar un negocio de catering de pollo para los neoyorquinos acaudalados (que nunca se llevó a cabo) y pasó una temporada produciendo espectáculos de variedades (que apenas cubría costes[602]). Incluso su relación con Langston Hughes, que podría haber dado lugar a



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